lunes, 3 de noviembre de 2014


El precio que hay que pagar.
El octavo mediodía silencia
Un ave aislada en los huesos, respira
Angustiada bajo piel.
Sus movimientos, quebraderos torpes
De hogares y orillas.
Angustiada, recela del no nombre,
De un violeta, aquí ausente,
Palpitando de frío.
Aún llevaba hoy el pálido reflejo 
De un volatinero gris moribundo
Que cayó por no verse,
Contrario a Narciso
Con miedo a las alturas subió al cielo 
Lo encontró bajó las aguas del río,
Bajo la propia vida.
Un ave pequeña vuela enjaulada
Preguntando por mí, dentro del cuerpo.
Mas, ¿Que había? ¿Fluidos? 
¿Sangre? ¿Dónde volabas pajarillo?
Cerca del yo enjaulado
Donde te oía cantar muy a lo lejos
Como desde un sueño.