domingo, 5 de marzo de 2017

Somos testigos
de la ropa tirada en el suelo
cuando la persiana ha escrito señales de penumbra
en la habitación
y te veo dormir a mi lado.
Entonces
me despiertas
y yo te volvería a arrastrar
hasta dentro de las sábanas
pero tienes que ir al hospital
como una guardiana en una torre que cambia de turno.
Me quedo solo, en silencio
en tu cama
y recuerdo
que no he avisado a mis compañeros de piso
de la ropa
que se me ha olvidado
dentro de la lavadora.
Recuerdo tu tatuaje,
tu modo de vestirte de hace cinco minutos
y la puerta se cierra
al otro lado de la pared.
El gato se dirige
a través del pasillo hasta la entrada
y se sienta
esperando pacientemente a que regreses.
Yo, en dos horas entro
y vuelvo a intentar dormirme,
en silencio,
en esta ciudad desconocida
mirando la luz y la lluvia
resbalando
por el cristal frío de la ventana.
Badlands (Terrence Malick)
Desde este retiro
a veces escarbas el frío que se alberga
en dos imágenes superpuestas.
Algo arranca la piel del neumático
a duras longitudes,
como si un cadillac atravesara
los largos desiertos del valor humano.
Con el polvo que queda atrás
das sentido a la brisa
que disipa la arena en la llanura.
Padeces y te hablas
afinando la palabra.
Tomas distancia de aquello que tocas
y ves la película sucederse,
los helicópteros que surgen
como alucinación sobre el agua .
Una vez terminada
el pérfil habrá frenado tu prisa
con el entretenimiento de una película por la tarde,
un alivio fugaz
para el habitante enterrado
que dentro de ti huye.
En Madrid es frecuente
encontrarse con rostros de otras vidas.
Los ves,
conocidos desde un primer encuentro.
Caras que resultan familiares
tal vez por lo indefinido del silencio
o por un mismo pensamiento
en torno a la tierra;
porque de la tierra se nace
y de la tierra se muere.
Por eso
agotamos nuestros sentimientos
con una larga incertidumbre.
Se inventan deidades moviendo los hilos
o la vida como una película con la cinta cortada.
Es una muestra más
de las vidas pasajeras,
en un autobus completo.
Cualquiera
puede mirarse en un espejo
y preguntarse
Por qué no vivir eternamente en un instante?
Por qué no ser aliados en las alas de lo efímero?
Sin embargo, poseemos el don
de tener una memoria
que por defensa
busca su demolición
al final de nuestra vida.
Hasta entonces
la ciudad
es un encuentro en el que a veces
se muestra lascaras, las palabras, los nombres
reflejados como cualquier indicio
de una realidad paralela.
Yo pensaba que ya después
sonaría algún animal
cuando llegase la noche.
Se ha hablado del ritmo
acelerado de la tierra.
¿qué hora se presenta hoy
cuando escaven
y en el fondo hallen la luz
en el agua?
Yo pensaba que lejos,
en un vagón de metro
volverían las aves del mar
a cruzar la ventana.
Lloro por dentro
una lágrima tendida de espuma,
como si algo pesado me instara a desaparecer.
Tal vez sea la nada.
Yo pensaba en el calor robado
de nuestros días
como una instante en Septiembre.
Tú,
que te sabías
las especies de pájaros.
Hoy
abdica la lluvia
entre el silencio
y la lentitud
del cuerpo acelerado
del planeta tierra.