sábado, 16 de mayo de 2015

Habíamos atravesado la oscuridad dando círculos
contando baldosas,
atrayendo la palabra a base silencios,
en arboles de cemento,
en cortinas cerradas.
Y eso era el  verde cometa que usurpando la noche
cruzaba de palmo a palmo el hemisferio,
con vocación de ver las cosas repetirse,
de sol a sol, viajando,
batallando sus caballos relucientes,
sonriendo desde la luz a la tiniebla.
Y se oía la melodía de los planetas,
el canto de los grillos y una marea cercana,
como un juego de fuentes luminosas
o un canto en la furibunda sábana del beso.