jueves, 3 de marzo de 2016

A veces logras la marea.
Dibujas planicies,
extiendes dibujos
sobre manteles
volando.
Las piedras no sujetan,
fallan en su peso,
las cortinas dibujan figuras en el viento,
se funden con las aves migratorias
que llegan en esta época del año.


Alguien ha llamado por teléfono.
Escuchas el alba en la oreja
y la oyes respirar.
A veces
los silencios no son deudas.


Logras la marea en un vaso de agua.
¿Lo ves?
Teníamos sed en esa habitación
y te acercabas para cerrar la puerta
mientras te quitabas la ropa despacio.


Después del mar
como dos siluetas 
acariciamos el mundo.


No es que no haya vértigos
es que no tengo fe en lo eterno,
y sin embargo
cada presente
tiene un acorde de infinito
y el infinito
tiene un reflejo en tus ojos;
por eso realidad y sueño,
sueño y creencia 
son una misma cosa.
Por eso me niego a ser siervo de un sueño
porque no sé si la vida
estará a la altura de nosotros. 

Después de todo
todo será incertidumbre.
Pondremos metáforas en lo cotidiano. 

La revista "muy interesante"
nos convence de que el amor solo dura un par de años.
Es el tiempo que tiene la química
antes de que se apague.

Nos seguiremos las fotos de nuestros  perfiles.
Viviremos en un paradigma
de comida rápida
filosofía zen 
y tristeza.

Sin embargo
ya te he dicho 
que no soy cobarde
aunque sea hombre
y como hombre tema lo fugaz.

Aunque suene a guión perfecto,
me niego a no vivir por miedo a sufrir
y a sufrir por miedo,
perder por nada todos los recuerdos que pueda 
crear contigo.

Ahora
 te veo dormir...