miércoles, 18 de febrero de 2015

Era algo ensombrecido;
Mientras ella negaba
Bajo el rostro de las estancias
El punto álgido de la aurora,
Lo banal de los cuervos,
El acecho olvidado,
El silencio vivido.
La vi venir bailando
Con Dionisio enfadado
Gritando al cielo y a la tormenta:
¡Yo bailo hasta en los funerales!
Vi las hojas caerse
Los mares enfurecerse, ¡tristeza!
Y ella reía a carcajadas
Y bailaba entre los cantos, las flores,
El vino y besaba a octubre,
Beso de lengua y baile
Un beso de palabra.
La disección del frío. 

Mi padre, 
Llevaba un abrigo típico de los noventa, 
De colores azules
Que hoy nadie lleva puesto, 
Quizás por eso recuerde la sensación de oler el frío, 
Porque ese abrigo 
Cuando entraba él de la calle 
Olía a otro frío, 
Porque el frío a veces huele a algo demasiado cálido
Y se le podría dar otro significado al frío,
Porque nunca te gustaba tener las manitas ardiendo
Y por eso te aferrabas a su nariz helada.
Hoy que en la ciudad llueve y son muchas las distancias 
Que hay que cruzar entre la profundidad del frío 
Y el idioma, 
Recuerdo el invierno en que me subían la cremallera del abrigo
Y bajo la nieve, entero encapuchado
Solo los ojillos se dejaban ver entre la blancura.