jueves, 28 de mayo de 2015

Se encamina a la llanura clara el juego de inmortales ruidos, de planetas torciéndose,
De miradas de espuma planeando en el aire y la lluvia,
Y de lejos vienen otros sonidos, sombras frescas, ¿La noche?
Dando a luz a tantas otras cosas, a tantos otros velos....
Luego los relojes siguen contemplando, midiendo lo que no se mide, observando lo que no se observa.
¿Habrás oído con tu canto de primavera esa transformación que huye, ese latido que el mundo tiene?
Con tu arpa llenando de vida,
Con los ciertos instantes cuando en las hojas repiquetea la lluvia,
Cuando los sonidos de los pájaros se adhieren profundamente
Como vigas enormes van cayendo al fondo de tu sequedad abismal.
¿Lo habrás oído?
Entre la injusticia resucitando, entre colores apáticos del día,
Entre sombras brillantes como el lomo de los metales, en los humos,
En las cartas selladas bajo juramento,
En los ruidos angustiantes de las muchedumbres,
Cuando se piensa que en el mejor de los casos es mejor pensar no haber nacido,
¿Habrás oído a las cosas moverse?
A los castillos de arena jugados entre las rocas,
A los manantiales de un alma antiquísima escondida en los bosques,
O el retroceso de los panteones más oscuros y las llamas más negras.
¿Habrás olido el olor de la pureza en los ríos?
En la mano del que no tiene mano
y en el pie del cojo
¿Habrás oído una llama azul en un periódico de arena?
¿Dime lo habrás oído?

lunes, 25 de mayo de 2015



En una sórdida espuma

Atrayendo guijarros, mares,

Mi voz te hablaba

De la tierra y de la noche;

Se perdía divagando...

 En un ronco puñal en la costilla,

 Y de esa sórdida espuma

 El mar escupía ríos de ira

 Mares negros con voz de leones

Con cristianos gritando entre la nieve,

 Y de esa sórdida espuma,

 Nació una necesidad abrumadora

 De palpitar un silicio cristalizado,

 Viendo tierra, nadando,

 En cada río despoblado que arrojas.

 Una necesidad directa

 De servir de oído entre las tiendas,

 En los remolques, en las alas de los pájaros,

 En el ojo abyecto, en la sangre y la miel

 Y entonces en una sórdida espuma

 Mi voz te hablaba sin hablarte,

 En un guijarro, en una concha

 En un erizo resistiendo el oleaje,

 Hablaba de un lenguaje de piedras y salitre,

 Como la sórdida espuma hace

 Con la extraña oreja que trae la corriente,

 Que transforma el mensaje en agua

 Y el agua en la imagen de un recuerdo

 Y el recuerdo en navegación a través del océano

 Y el océano en una ruta hacia oriente.

sábado, 23 de mayo de 2015

Guardaba la llanura dentro de sus ojos
El pájaro del camino que aprendía en el árbol,
Y miraba desvanecerse cada pozo en una gota de agua
Dulcemente, replicando el olor de las hojas,
Agotando los párpados con cada pedazo de huida,
Y volvía agitando sus alas el animalillo
Que aprendiendo a volar no sabía romperse de la rama;
Y regresaba, formando un latido en el bosque,
Sus otras alas, volando el oscuro halcón de la noche,
El sol, cegando el tronco de madera,
En cada movimiento de tierra, en cada recuerdo del big bang
Y aún pudo recordar el día en que no había nacido,
Como un rastro de savia, bajando hasta las raíces del cuerpo,
Volando y volando hasta el rincón de una nube,
Dibujando formas de árboles en el cielo,
 Y los pájaros aprendices se hicieron llanura y polvo y aire y agua y ríos y hielo.

sábado, 16 de mayo de 2015

Habíamos atravesado la oscuridad dando círculos
contando baldosas,
atrayendo la palabra a base silencios,
en arboles de cemento,
en cortinas cerradas.
Y eso era el  verde cometa que usurpando la noche
cruzaba de palmo a palmo el hemisferio,
con vocación de ver las cosas repetirse,
de sol a sol, viajando,
batallando sus caballos relucientes,
sonriendo desde la luz a la tiniebla.
Y se oía la melodía de los planetas,
el canto de los grillos y una marea cercana,
como un juego de fuentes luminosas
o un canto en la furibunda sábana del beso.

jueves, 7 de mayo de 2015

Soneto de la tienda vieja

Habita entre una escalera y terraza
El clamor de oídos de un azul viejo,
Tallado en hueso de una calabaza
Silba algo el color pintado en añejo.


Una botella de ron y una hogaza
Quebrantado por el tiempo el reflejo,
En cristal polvoriento de una plaza,
La araña teje dentro del espejo.

Y la tienda conserva un calendario,
Y un rosario colgado de una balda,
Vacío y sucio abruma un insectario.

Mira dentro el baile duende sin tono,
Como mece tiernamente su falda
El espectro que habita el abandono.

martes, 5 de mayo de 2015

Con la crepitación del viento 
Se oyen alarmas de coches,
Bolsas en remolinos y terrazas caídas,
Se respira el vapor de la marejada
Y uno piensa en los balcones vacíos,
En las puertas, en los telefonillos,
Mientras el aire ardiendo ulula entre los arcos.
Porque el viento mueve árboles enormes
Y uno piensa en ese perro
Que en mitad de la carretera bloquea el tráfico,
En esa gente que lo persigue,
Y le silba cariñosamente para que no le pase nada
Y las jornadas llegan a fin y un personaje cualquiera
Cuando las horas del tránsito terminan
Mira las cajas de cartón volar y las señoras sujetarse el sombrero.
Y aquel perro sigue parado mirando una luz,
Mientras algo disturba a los barcos y a las señales
Que débiles casi ceden al huracán, despacio, implorando
Al cemento, al agua, al atraque.
Y hay terrazas donde dos borrachos se pelean.
Porque con la crepitación del viento
Los controles policiales aumentan
Y en cada casa las familias duermen tranquilas
Mientras afuera entre los álamos alguien ausculta el viento
Y oye su asma silbar en mitad de la calle.

domingo, 3 de mayo de 2015

Hay pétalos negros que se vierten en un instante futuro,
Royendo un cristal lejano
Viéndose el reflejo en una habitación de sol y cortina,
Y hablando con los párpados
Con la boca cerrada, el rostro de una luz 
Echando de menos este lado,
Y los pájaros cantando una canción triste
El día en que la lluvia se posa en su ala izquierda
En la hoja de un santo olvidado
O la bondad ajena de los rostros fríos de los parientes.
Porque hay pétalos blancos en todas las despedidas
Porque el silencio solo es silencio vivo entre los vivos
Y hay pétalos aunque una visita muy muy lejana
Se haya posado ya en algunos,
Porque la luna consigue enloquecernos de disparo
Porque no habrá un solo gesto que no sea de amor
Una mirada, una caricia lenta entre los ojos
Como dos palomas palpitando entre alas que se abanican,

Como cortinas blancas volando con una ventana abierta.