lunes, 25 de mayo de 2015



En una sórdida espuma

Atrayendo guijarros, mares,

Mi voz te hablaba

De la tierra y de la noche;

Se perdía divagando...

 En un ronco puñal en la costilla,

 Y de esa sórdida espuma

 El mar escupía ríos de ira

 Mares negros con voz de leones

Con cristianos gritando entre la nieve,

 Y de esa sórdida espuma,

 Nació una necesidad abrumadora

 De palpitar un silicio cristalizado,

 Viendo tierra, nadando,

 En cada río despoblado que arrojas.

 Una necesidad directa

 De servir de oído entre las tiendas,

 En los remolques, en las alas de los pájaros,

 En el ojo abyecto, en la sangre y la miel

 Y entonces en una sórdida espuma

 Mi voz te hablaba sin hablarte,

 En un guijarro, en una concha

 En un erizo resistiendo el oleaje,

 Hablaba de un lenguaje de piedras y salitre,

 Como la sórdida espuma hace

 Con la extraña oreja que trae la corriente,

 Que transforma el mensaje en agua

 Y el agua en la imagen de un recuerdo

 Y el recuerdo en navegación a través del océano

 Y el océano en una ruta hacia oriente.