En una sórdida espuma
Atrayendo guijarros, mares,
Mi voz te hablaba
De la tierra y de la noche;
Se perdía divagando...
En un ronco puñal en la costilla,
Y de esa sórdida espuma
El mar escupía ríos de ira
Mares negros con voz de leones
Con cristianos gritando entre la
nieve,
Y de esa sórdida espuma,
Nació una necesidad abrumadora
De palpitar un silicio cristalizado,
Viendo tierra, nadando,
En cada río despoblado que arrojas.
Una necesidad directa
De servir de oído entre las tiendas,
En los remolques, en las alas de los pájaros,
En el ojo abyecto, en la sangre y la miel
Y entonces en una sórdida espuma
Mi voz te hablaba sin hablarte,
En un guijarro, en una concha
En un erizo resistiendo el oleaje,
Hablaba de un lenguaje de piedras y salitre,
Como la sórdida espuma hace
Con la extraña oreja que trae la corriente,
Que transforma el mensaje en agua
Y el agua en la imagen de un recuerdo
Y el recuerdo en navegación a través del
océano
Y el océano en una ruta hacia oriente.