lunes, 7 de marzo de 2016


Has escuchado como la madera crece,
huele a musgo y pisas las ramas
que crujen.

No hay pie,
hay una ausencia de pies
en el lugar
más escuchado del rumor.
Piel como aire.
Piedra que baila.

No se oyen sus pasos.
Siglos como un metrónomo
y un corazón que late
en el interior de una montaña.

Has sido consciente del tiempo
como la breve y lenta
costumbre que tienen los cielos de sucederse,
uno tras otro en la misma época
del año.

A través de las grietas,
vives
en melancolía única
escuchando al tallo y la lentitud,
la levedad inaudible
de su música.