martes, 2 de junio de 2015

Cuando los soldados de plástico
Fueron uno a uno despidiéndose,
Y las hojas y el parque de hierro
Agotado en caucho veía caer la nieve,
Regresó el sonido humano, la llama muerta,
Sin voces, ni gritos.
Y las mujeres jóvenes hablaban
Mientras que el ladrido del perro se apagó antes de llegar
 a su hocico.
Los cauchos, las ventanas adheridas,
Y un perfume de hielo que agotaba
Cualquier indicio de azul.
¿Dónde estábamos?
Al ver llegar la piel, al oír la escarcha tiernamente sucumbir en los charcos.
Era entonces cuando se cruzaba en tu camino,
Siempre, tan altiva, tan guardada,
Tan femenina, oxidaba los hierros que rodean la aorta,
Era entonces cuando pensabas en irte tantas veces a las montañas,
Sobrevivir y cazar,
Mirando la casa de madera construida junto al lago
Cuando te topabas con su boca, su sonido hueco
De cadenas en los columpios y de lluvia,
Y mirabas atrás y veías a la ciudad encendiendo luces de navidad,
Era un nombre de día blanco,
De una ventana cegadora el que poseía,
Un hechizo que poco a poco nos iba volviendo sombra,
Resplandeciente
Agitada, en calma, repetitiva
Era su nombre extraño poseyéndonos hasta oír la muerte
Acercarse lentamente como una habitación con porcelanas
O el pájaro gris que calla temprano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario