jueves, 30 de julio de 2015

Caminábamos con una joya en mano
en peso bruto, sin la distancia
que toca en los nudillos
y atraviesa las pestañas.
Era una joya real
filtrándose a traves de la mano,
subiendo por el antebrazo;
delicada.
Porque hay dureza en lo sutil,
como el diamante atraviesa el cristal
haciendo agujeros en la noche.
Y es entonces cuando te sientes solo
sin las ramas ahogadas de la lluvia,
mirando la tierra y el mar solo.

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