domingo, 5 de marzo de 2017

En Madrid es frecuente
encontrarse con rostros de otras vidas.
Los ves,
conocidos desde un primer encuentro.
Caras que resultan familiares
tal vez por lo indefinido del silencio
o por un mismo pensamiento
en torno a la tierra;
porque de la tierra se nace
y de la tierra se muere.
Por eso
agotamos nuestros sentimientos
con una larga incertidumbre.
Se inventan deidades moviendo los hilos
o la vida como una película con la cinta cortada.
Es una muestra más
de las vidas pasajeras,
en un autobus completo.
Cualquiera
puede mirarse en un espejo
y preguntarse
Por qué no vivir eternamente en un instante?
Por qué no ser aliados en las alas de lo efímero?
Sin embargo, poseemos el don
de tener una memoria
que por defensa
busca su demolición
al final de nuestra vida.
Hasta entonces
la ciudad
es un encuentro en el que a veces
se muestra lascaras, las palabras, los nombres
reflejados como cualquier indicio
de una realidad paralela.

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