Camina.
No mira a ninguna parte, solo camina. La ciudad ya está gris, tan gris como
para que el humo de las fábricas y la llovizna, seca, rutinaria, transpire. La
chaqueta de cuero marrón, la camisa. Lleva dos días sin dormir. Al cruzarse con
un transeúnte, le mira fijamente a los ojos, le reta. El hombre siente miedo,
ve un rostro ojeroso, con un derrame en el izquierdo. La primera vez que
encontraron a una víctima no tenía nada puesto, le habían desgarrado las ropas,
la habían violado durante horas y la dejaron tendida, mientras inconsciente se
iba desangrando, quizás la lluvia arrastrase la sangre calle abajo, o quizás
fue golpeada y llevada hasta donde la encontraron. Al entrar en la comisaría,
ni siquiera dio los buenos días, coloca lo único, las fotos que tienen del
lugar de los hechos. Ningún testigo. No consigue nada. Su mente es
hiperactividad y todo se estrella contra la madera y las imágenes de ya tres
mujeres en cuatro meses.
Suena
el despertador, aquella noche no había dormido solo. La mira, la besa, ya
llevan conociéndose desde hace un mes. Por fin había logrado dormir. Afuera
sigue igual, cayendo finas gotas de agua. Enciende la luz de la habitación y la
ve dormida. Entra en la ducha y la imagina con la ropa desgarrada. Quiere
apartar dicha imagen pero no puede. Sale de la ducha y moja el suelo del baño,
lo limpia con una toalla, y allí esta ella, mirándole desde la puerta tiene
sangre en el muslo y la ropa desgarrada. Estás preciosa cariño. Solo esta
vestida en ropa interior. La acaricia, la besa. Abre el armario y saca una de
las camisas arrugadas. Se viste. ¿Nos vemos cuando salga? Entra en el parking y
huele a gasolina. Se marea. Abre un citröen negro y arranca. Suena la alarma
del reloj.
Cae la
tarde, el cielo ya se ha abierto. Por fin la luz rojiza del sol entra en la
habitación donde un testigo, a las 3: 10 Am hora peninsular, afirmaba haber
visto a alguien meter a una mujer dormida cerca de su pueblo, en el maletero de
un coche. Es la única pista que dice haber visto algo. Se encontraba a 20
Kilómetros de allí, cerca de una gasolinera. Todavía no había denunciado nadie
ninguna desaparición, ni se había identificado ningún cadáver, solo se conoce
la nacionalidad extranjera de la segunda mujer. Por el resto, habían aparecido
en distancias relativamente cortas.
Desde que se encontró la última de ellas no logra dormir si no es con
Clara.
A las
siete de la tarde abren las puertas del puticlub. Un gordo se dirige adentro,
sujeta la puerta y deja entrar a Aldo. Mira la barra vacía y huele el perfume.
¿Conoce a esta chica? Esta colocada. Le mira y mueve la mandíbula. No.
Trabajaba aquí. No, no la conozco. Se da la vuelta y se va. Solo lleva un tanga
puesto, tacones y un top con lunares. Entran tres hombres vestidos con traje.
Dos de ellos parecen escoltar al otro. ¿Conocen a esta chica? No. Le mira con
sonrisa burlona. Soy policía. Cambia el gesto del hombre. Trabajaba aquí. El
hombre le mira. Se llamaba Baasema, hace meses que no sé nada de ella. Solía
subir siempre que podía y estaba. Se escapó, quería ir a Francia, estaba
obsesionada con Francia. ¿Sabe cuándo o con quien? Me dijo que no quería
trabajar más aquí. Solo venimos a pasar
un rato, usted ya sabe. El hombre de la derecha es el único que no habla.
¿Conoces a alguien que sepa algo más? Ella. Señala a una prostituta que está
sentada en la barra. Mira al hombre de la derecha y se dirige hacia ella.
¿Quieres
subir? Sesenta. Le da la mano y suben por un pasillo estrecho y unas escaleras
enmoquetadas. La habitación está pintada de rosa. Las cortinas de encaje. No
quiero hacer nada, solo unas preguntas, soy policía. Es sobre Baasema ¿Verdad?
Nos tratan como perras. Nos llevan del coche aquí y de aquí al coche, o te
colocas o esto es insoportable. Algunas
de nosotras solo nos podemos pagar el viaje para llegar hasta Francia a base de
pasar por lugares así. Baasema no hablaba apenas español, lo poco que pude
enseñarle. Ayúdeme, por favor, quiero que me saquen de aquí. No tengo papeles y
todas tenemos miedo. Hay alguien haciendo mucho daño por aquí. Tiene un leve
acento marroquí, debe de llevar tiempo en España. No deja que Aldo hable.
Baasema no es la única que ha desaparecido. ¿Sabe? Hay muchas más ¿Sabe?
Necesito ayuda, necesito que me protejan. La mira. Siente verdadera compasión,
pero en sus manos no queda nada. Una mujer sin papeles, trabajando de
prostituta. Podría recomendarle algún lugar de acogida y allí correría más
peligro si está amenazada. ¿Sabe algo más, el día que desapareció, con quien?
Solo sé de un hombre. Contrastaba mucho con el tipo de cliente habitual. Este
parecía encantador. Nos trataba genial. Nunca nos llamaba zorras y era muy
educado. Solía vestir bien. De aspecto, era más bien guapo. Vino durante un par
de semanas hasta que Baasema desapareció. Desde entonces no ha vuelto a
aparecer por aquí. Si te enseño alguna fotografía ¿Podrías reconocerle? Creo
que sí. ¿Podrías acercarte a la comisaría? No nos dejan libertad. Solo salimos
para entrar en un coche. En la calle enciende un cigarro y mira el parking ya
oscuro. Entra en el coche y suena en la radio "I wanna be adored"
"The stone roses". Ve las gasolineras y las luces pasar, abre la
ventanilla para echar la ceniza. Respira el olor a humedad y entra frío. Ahora
ya se encuentra el solo en la carretera y no ve nadie más, esta todo ya
demasiado negro como para ni siquiera recordar nada. No piensa solo conduce, y
con el cuerpo destemplado como si tuviese fiebre se aleja progresivamente de la
luz.
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