domingo, 5 de marzo de 2017

Somos testigos
de la ropa tirada en el suelo
cuando la persiana ha escrito señales de penumbra
en la habitación
y te veo dormir a mi lado.
Entonces
me despiertas
y yo te volvería a arrastrar
hasta dentro de las sábanas
pero tienes que ir al hospital
como una guardiana en una torre que cambia de turno.
Me quedo solo, en silencio
en tu cama
y recuerdo
que no he avisado a mis compañeros de piso
de la ropa
que se me ha olvidado
dentro de la lavadora.
Recuerdo tu tatuaje,
tu modo de vestirte de hace cinco minutos
y la puerta se cierra
al otro lado de la pared.
El gato se dirige
a través del pasillo hasta la entrada
y se sienta
esperando pacientemente a que regreses.
Yo, en dos horas entro
y vuelvo a intentar dormirme,
en silencio,
en esta ciudad desconocida
mirando la luz y la lluvia
resbalando
por el cristal frío de la ventana.

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